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«El tejido de los días», nueva novela de C. Aurensanz

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Se desarrolla en Zaragoza en los años 50 del pasado siglo

Carlos Aurensanz nos vuelve a sorprender muy gratamente con la publicación de su última novela, ‘El tejido de los días’. Una historia que transcurre en Zaragoza en los años 50 del pasado siglo y que cautiva al lector desde la primera hasta la última página.
– En un principio la novela se iba a titular ‘La sirvienta’ ¿Por qué se produjo el cambio?
– “El título que anoté en mis primeros archivos cuando empecé a escribir era ‘La sirvienta’. La protagonista es Antonia, una chica que llega de un pueblo a servir a Zaragoza para una familia; y la historia era suya. De hecho, está basada en hechos reales que conozco por cercanía.
El núcleo de la novela estaba basado en su historia, lo que pasa es que había personajes a su alrededor que me ayudaban a redondear la trama y uno de ellos era Julia. Es un personaje que desde el principio me ha sorprendido a mí mismo. Ha ido creciendo en importancia y se ha ido apoderando poco a poco del protagonismo que inicialmente estaba destinado a Antonia. Hasta el punto de que al final es ella la que ha ocupado la foto de la portada en vez de Antonia, como estaba previsto”.
– Julia engancha al lector desde la primera página, por la situación que le ha tocado vivir, por su carácter, su valentía y bondad. La joven llega a Zaragoza sola y embarazada, tras una relación prohibida con un hombre que acaba de morir.
– “Esa historia que al principio no se cuenta se va a ir conociendo a lo largo de la novela por los diálogos con los personajes. El lector tiene ocasión de conocer ese momento anterior del comienzo de la novela”.
– Es tu séptimo libro. Los tres primeros están dedicados a la novela histórica (2009: ‘Banu Qasi, los Hijos de Casio’; 2011: ‘Banu Qasi, la Guerra de Al Ándalus’; y 2013: ‘Banu Qasi, la Hora del Califa’). El cuarto, ‘La puerta pintada’, se desarrolla en Tudela en la Guerra Civil y la postguerra. El quinto y sexto suponen un regreso al inicio (2016: ‘Hasday, el Médico del Califa’; y 2018: ‘El Rey Tahúr’). ‘El tejido de los días’ se desarrolla de nuevo en la posguerra. ¿Por qué estos cambios de estilo?
– “Es un poco por esa necesidad de cambiar. La novela histórica es muy exigente en cuanto a la necesidad de rigor histórico. Hay que atenerse a unos hechos concretos que están escritos y de allí te puedes salir poco. Puedes desarrollar historias paralelas pero los hechos son los hechos.
Cuando terminé la trilogía de los Banu Qasi sentía la necesidad de escribir con más libertad. Quería dejar a los personajes que se desarrollaran un poco más por su cuenta. Ese fue el motivo de escribir ‘La puerta pintada’. El problema es que mis editores ya me tenían encasillado en la novela histórica y no querían que me saliese de allí. Fue un empeño personal y al final la publicaron.
Después vinieron otras dos novelas históricas y ahora ha vuelto a pasar lo mismo. Tenía esta historia metida en la recámara y cuando se publicó ‘El rey Tahúr’ pensé que era el momento de volver a romper un poco con esa técnica de la novela histórica y escribir con mayor libertad narrativa una historia en la que dejar un poco a los personajes circular por su cuenta sin tener el esquema tan estructurado y encasillado desde el principio”.
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– ‘El tejido de los días’ está ambientada en Zaragoza. ¿Por qué razón elegiste esta ciudad?
– “Porque la historia real, el núcleo en el que se basa la novela, ocurrió en Zaragoza y en los primeros años 50. Además, yo tengo muchísima relación con esta ciudad. Mi familia está allí, yo estudié la carrera en Zaragoza, tengo un montón de amigos, y mi relación es directa”.
– Al estar ambientada en esa época (muchas personas que pueden leer el libro vivieron esos años) hay que tener especial cuidado en relatar fidedignamente las calles, edificios, los periódicos…
– “Sí y además en eso soy especialmente meticuloso. Si cuento algo, me gusta que sea real y que haya pasado de verdad. Si llevo a un protagonista un sábado por la noche al cine, me gusta saber qué película ponían ese día en la cartelera. Sebastián y Andrés van un día a un partido de fútbol y estuve investigando qué encuentro se disputó y cuál fue el resultado. La verdad es que documentar una novela en la postguerra me ha costado más que en el siglo X”.
– En ese ejercicio te habrán surgido muchas dudas.
– “Si y hay que ir resolviéndolas sobre la marcha. Tienes un personaje en el hospital y te preguntas si en el año 50 había realmente penicilina en el Hospital Provincial de Zaragoza o no. Qué línea de tranvía utilizaba Julia para ir al cementerio… Eso te ralentiza muchísimo el proceso de escritura, pero también tiene su parte positiva: te obliga a resolver esas dudas”.
– Sueles decir que te gusta escribir sin agobios, pero publicar desde 2009 hasta ahora siete novelas no es precisamente ir despacio.
– “Fíjate que pasan dos años de una novela a otra. Normalmente suelo dedicar un año completo a documentarme, extraer ideas, argumentos…, e ir montando un poco la novela. Luego, una vez que ya la tengo en la cabeza estructurada, es cuando empiezo el proceso de escritura. Es como revestir el esqueleto.
Eso no quiere decir que durante el proceso de escritura no haya que seguir documentándome y que no se puedan introducir cambios. De hecho, son continuos y más en algunas novelas como esta. Como decía al principio, Julia es un personaje que me ha sorprendido y que su papel se ha ido incrementando durante el proceso de escritura. Le he ido dando más cuerda y la he dejado un poco circular a su aire, dándole más importancia en conversaciones, en diálogos, hasta el punto de que su papel y su influencia en la novela se ha hecho fundamental”.
– En ese proceso se producen giros, variaciones, pero donde no hay cambios es en el final de la historia, que está prefijada desde el principio.
– “Sí. Los caminos pueden ser divergentes a lo largo de todo el proceso de la novela, pero confluyen en un final que ya tengo preestablecido y marcado en la cabeza desde el principio”.
– La novela está dedicada a todos los hombres y mujeres que nacieron durante la Guerra Civil, que crecieron en una España gris y sin libertad. Levantaron un país con su esfuerzo…
– “Esta es una novela de mujeres que vivieron una época muy dura. Vivieron su infancia en plena Guerra Civil, su juventud en la postguerra, con racionamiento, con una situación social de absoluto sometimiento… Su destino era ser esposas y madres. De ahí poco se podía salir.
Como digo en la dedicatoria, lucharon para traer de regreso la democracia y dieron la vida a la generación que mejor ha vivido en nuestra Historia. Hoy apuran sus días en medio de una nueva tribulación, tristes otra vez, separados de los suyos por una maldita pandemia. Por eso está dedicada a nuestros padres y abuelos”.
– ¿Ya tienes en mente el argumento para una nueva novela?
– “Sí. La pandemia nos ha retrasado la salida de esta novela, cuya fecha estaba prevista para el 8 de octubre del año pasado. En marzo de 2020 se paralizó todo y eso me ha dado más margen para ir progresando en el próximo proyecto, que ya tengo bastante avanzado, incluso ya he escrito las primeras páginas”.
– Si todo va bien ¿cuándo estará en la calle?
– “Dentro de un par de años”.
– ¿Nos puedes adelantar algo?
– “Vuelvo a los orígenes, a la novela histórica, con un proyecto que ya tenía un poco esbozado. Me apetecía volver al principio donde empezó todo: Al Ándalus, al Califato de Córdoba, al reinado de Abderramán III. Pero va a ser un poco distinta. No va a ser novela histórica pura, sino con un poco de intriga y de misterio…”.

Fotografía superior: interior de la Librería Cafetería Letras a la Taza

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