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Nuevo libro de Agustín Tejada

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Publica ‘El último celtíbero. El asedio de Calagurris’

Agustín Tejada ha publicado ‘El último celtíbero. El asedio de Calagurris’ (Editorial Pàmies), una fascinante novela, con rítmo trepidante, pero sobre todo llena de sentimiento.
– Con este libro pones punto y final a la trilogía.
– “Es el episodio final de las Guerras Sertorianas. La última resistencia de la última ciudad hispana que aguantó el empuje de Pompeyo. Y curiosamente, este episodio fue muy cerca, en Calahorra.
Fue una historia muy emocionante y que forjó una leyenda: la leyenda de la fames calagurritana, debido al estado de hambruna y de necesidad que se vivió dentro de la ciudad. Los romanos al entrar vieron algo espeluznante, que los asediados habían recurrido al canibalismo.
Cuando un romano de aquella época pasaba hambruna, decía que había pasado más hambre que un calagurritano.
En la novela no regordeamos en este sufrimiento, en estas escenas, pero evidentemente, es parte de la historia, del contexto, y tenemos que narrarlo también un poco”.
– Es una novela llena de acción.
– “Sí. Es una novela trepidante, pero yo destacaría más que la acción el sentimiento. Un asedio es una vida comprimida en un año. Si el ser humano está diseñado hoy en día para vivir 70, 80 ó 90 años, tiene que conseguir todos sus objetivos, vivir su vida, en un solo año (crecer, madurar, endurecerse, envejecer, ver desarrollarse a sus hijos…) porque eso lo que duró más o menos el asedio a Calahorra.
¿Cómo se puede vivir así? Pues con esperanza y con la ilusión de ver amanecer al día siguiente. Ese es el espíritu de la novela.
Aunque es dramática, no es para nada lacrimógena ni deprimente. Está basada en la ilusión y esperanza en un rescate que no llegó. Pero esta fue la forma que tuvieron que vivir estos calagurritanos, desde mi punto de vista”.
– Hay amor…
– “Claro. En la vida hay de todo. En una vida que está tan condensada, tan comprimida, pues hay amores, desamores, amistades, infidelidades, traiciones… Todas la emociones están más afiladas, casi cortantes, en esta novela”.
– El asedio de Calagurris fue distinto a otros. Me refiero a que en las guerras cuando llegaba el invierno los bandos se tomaban un respiro. Aquí fue continuo.
– “Sí. Los ejércitos enemigos peleaban cuando hacía buen tiempo y cuando terminaba el otoño y empezaba el invierno cada uno se retiraba a sus cuarteles.Pompeyo se iba al norte, hacia la zona de los vascones de Pamplona; y Sertorio dominaba el Valle del Ebro y el litoral.
Pero cuando llegó el asedio de Calahorra, Pompeyo tenía prisa por pacificar Hispania, por terminar la guerra. El Senado le llamó para pedirle cuentas y él no podía decir que ya dominaba toda Hispania”.
-¿Tan importante fue en aquella época Calagurris?
– Fui importante en el sentido de que Pompeyo no podía firmar que había terminado una guerra cuando había una ciudad que todavía resistía, incluso con Sertorio muerto. Eso fue lo curioso, que se tuvieron que enterar que había fallecido. Pero aún así, como estaban juramentados, tenían que llegar hasta el final e incluso morir por el líder”.
– Ya estarás trabajando en una próxima novela.
– “Sí. Cambiamos de tercio, un poco por oxigenar la mente.Va a estar ambientada en la Guerra Civil, 1938, dentro del Madrid asediado por las tropas franquistas”.

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