El 21 de junio de 1954 se inauguraron las 80 primeras viviendas
No me explico que sin entender de economía ni de construcción hayamos hecho 1.700 viviendas”, afirmó el Padre Lasa, el motor que hizo posible la creación del Barrio de Lourdes junto con la Asociación San Francisco Javier.
De cómo se construyó esta zona de Tudela y el papel que jugó este jesuita, trata el vídeo documental “Memorias del Barrio de Lourdes”, basado en los testimonios de vecinos, obra de Fundación Civil San Francisco Javier y Euskokultur Fundazioa.
Lasa llegó a Tudela el 25 de agosto de 1938. El también jesuita, Federico Elorriaga, en su libro “Mensajero de otra orilla” dedicado a su memoria, relata cómo fue el primer contacto con la ciudad. “Con calor sofocante y con mi maleta en la mano, llegué a Tudela a mis 32 años, con la inmensa ilusión de gastarme en mi entrega personal”.
Su primera visita a la ciudad la hizo de la mano del Padre Ubillos, quien en lugar de enseñarle los edificios más emblemáticos le llevó a las cuevas de Canraso (Virgen de la Cabeza), donde vivían varias familias. Aquello le caló hondo e ideó la forma de construir casas para los más necesitados.
Lasa creó para los alumnos del colegio Jesuitas, donde ejercía como padre espiritual, el siguiente lema: “Una vivienda por año”. Junto con un grupo de estudiantes se puso a trabajar y en junio de 1945 se construyó la primera casa en Canraso. Se fue cumpliendo el lema y de 1945 a 1949 se terminaron cuatro, dos en Canraso y otras dos donde en la actualidad se ubica la estación de Fuerzas Eléctricas, y que por casualidad sería en el futuro el Barrio de Lourdes.
José Antonio Castellot. que llegó a ser rector del Colegio San Francisco Javier, afirma en ese vídeo que “lo determinante” de la figura de Jesús Lasa “es que es un hombre de fe. No es un sociólogo, no es un político, es un hombre que cae en la cuenta de que sus convicciones religiosas exigen una ayuda al que no tiene. Y empieza esta acción”. Y esa acción era construir viviendas para los más necesitados.
Angelita Enériz, vecina del Barrio, recuerda que esa imagen de las cuevas quedó inmortalizada en la retina del jesuita. “Hizo mucho por los pobres. Vio las cuevas y construyó esas casas para que toda esa gente pudiera tener un hogar”.
Javier Salcedo, que fue profesor del Colegio Nuestra Señora de Lourdes, indica en el citado vídeo que “el padre Lasa hizo que los chicos mayores del colegio hiciesen de peones para ir a trabajar los sábados y domingos y convivían con los obreros. Su labor fue totalmente social”.
El lema “Una vivienda por año” dio paso a una ley del Gobierno Español de 1950, sobre “Protección de viviendas sociales”, que abrió un horizonte nuevo en el corazón del Padre Lasa.
En 1951 el Gobernador Civil de Navarra, Luis Varelo Bermejo, le concedió la construcción de 80 viviendas. Tan sólo le puso una condición: la entrega gratuita de los terrenos. Y así el padre Lasa comenzó la búsqueda de esos terrenos, que no tenía.
Pablo Oliver le aconsejó que se podía pedir un préstamo bancario y buscar 20 personas que, cada una, avalase con 15.000 pesetas. Y así como se llegó a la compra de los terrenos. El 21 de noviembre de 1951 se colocó la primera piedra en la confluencia de las calles Río Madre (antes Gaytán de Ayala) y Avenida del Barrio (antes Fernández Portolés), iniciando la construcción de esas 80 viviendas que fueron terminadas el 21 de junio de 1954.
Ese mismo año, junto con esas 80, se inauguraron 110 más de la Obra Sindical del Hogar. A esta misma organización el Padre Lasa proporcionó terrenos para la construcción de 152 viviendas que se terminaron en 1955.
Tal y como se relata en el vídeo, esas 80 viviendas fueron construidas por “quienes serían sus propios moradores que trabajaban fuera de su jornada laboral. El que era carpintero trabajaba de carpintero, el que era albañil de albañil y el que tenía una tienda de peón”.
Carmen Paños, vecina del barrio, indica que “gracias a Lasa tengo mi casa”. Su marido Antonio Inaga fue una de esas personas que con sus propias manos y la ayuda de otras nueve personas levantaron las primeras 10 viviendas en la calle Río de la Cuesta (antes Tomás Osta). Una vez finalizadas se sortearon entre sus nuevos inquilinos. “Cuando se hicieron entregábamos 13 pesetas al mes para pagar los materiales que nos proporcionó el Padre Lasa”, recuerda.
En 1956 se aprobó una ley para que se pudiese construir en Navarra mil viviendas de tipo social. En verano de ese mismo año Lasa se entrevistó con el nuevo Gobernador Civil de Navarra, Carlos Arias Navarro, del que obtuvo permiso para construir un colegio y una iglesia. De las 250 viviendas, 200 debían ser individuales y el resto de piso. En dicha entrevista el Gobernador le preguntó si disponía de terrenos, a lo que el padre Lasa le respondió afirmativamente. Y al recordarlo, una sonrisa se dibujó en su rostro mientras comentó: “fue la mejor y la mayor mentira de mi vida de la que nunca me he arrepentido”. La realidad era que no tenía ni un metro de terreno y comenzó de nuevo la búsqueda de solares.
Volvió a pedir un préstamo hipotecario y cuatro personas que pudiesen avalar esta vez con 500.000 pesetas: Ramón Añón, Eugenio Gil, Eugenio Díez y Joaquín Segura. Obtenidos los terrenos y avales se comenzó la construcción de las 250 viviendas y en febrero de 1959 se entregaron las casas, la iglesia y parte del colegio. El trabajo se reducía a la obtención de solares y a la entrega gratuita de dichos terrenos al “Patronato de Francisco Franco” y a la “Obra Sindical del Hogar”, a cuyo cargo corría la financiación completa de las viviendas. Esta fue la segunda fase de construcción del Barrio de Lourdes.
Y poco a poco se fueron abriendo los primeros comercios y bares. “Charela” lo hizo en 1958, un año más tarde en la Plaza del Padre Lasa “Confecciones Amaya”, y en 1965 el “Bar Tudelano”.
En el video se recuerda cómo al principio se le denominó “Barrio Seco” porque no llegaba el agua a las viviendas. “Teníamos que cogerla con tinajas en un riachuleo que pasaba por allí”, relatan varias vecinas. “Al principio no había asfalto, y cuando llovía se llenaban de barro. Antes que las calles hicieron aceras. La Avenida Santa Ana era un camino de campos”.
Pero para el padre Lasa no disponer de comodidades, ni agua o luz eléctrica no era lo prioritario. Gloria Berástegui, profesora del colegio de Lourdes lo recuerda: “Lo primero para Lasa eran las casas. El decía: primero las casas y luego ya vendrá lo demás. Tenía esa visión de futuro”.
Poco a poco los vecinos, en su mayoría obreros, fueron asentándose en el nuevo barrio. Comenzó la convivencia, la colaboración, el comercio, la vida en la calle y el tomar la fresca las tardes de verano. “Lo pasábamos bien porque entonces era como un pueblo. No pasaban coches”.
En la plaza se instaló el primer bar, “que los domingos se usaba para hacer la misa. Allí teníamos muchas cosas y se repartía la leche y el queso”. En ese mismo lugar se habilitó la primera guardería, de la que se encargó Gloria Berástegui, “que cuidaba de los niños de las madres que tenían que ir a trabajar”. Se abrió el casino, donde hasta hace poco tiempo ha estado el servicio de DNI de la Policía Nacional, y se colocó la primera televisión. “Recuerdo que fuimos todo el barrio para ver la boda del Rey Balduino y Fabiola”, indica una vecina.
El barrio seguía creciendo y el Padre Lasa concentró sus esfuerzos en el nuevo colegio. Convenció a las religiosa Dominicas de la Anunciata, entonces en Ribaforada, para que en 1956 viniesen al Barrio y se instalaran en el emplazamiento actual.
En 1959 se construyó el primer pabellón del Colegio de Lourdes. Tal y como relata Berástegui; “al principio el colegio no tenía tapias. Había un pabellón central frente de la iglesia. La gente pasaba por el patio para ir a sus hogares y los alumnos se iban a sus casas a las 11 de la mañana para almorzar. Luego el padre Lasa quitó el frontón y construyó una piscina, más pabellones y un comedor”.
Salcedo indica que “al principio solo hubo 8 maestros y las primeras profesoras que vinieron fueron dos monjas del colegio de la Anunciata, Sor Asunción y Sor Teresa. Ellas daban las clases a la chicas y los hombres a los chicos”. En 1959 también se inauguró la iglesia. “Las campanas se trajeron de Lourdes. Hubo una inauguración muy solemne con farolillos y rezando el rosario por las calles como hacían en Lourdes”, indican.
Lo más complicado de la construcción fue la fase final. Para estimular la iniciativa privada en la construcción de viviendas sociales, en 1960 se promulgó la ley de “Viviendas Subvencionadas”. Su financiación se realizaba con la aportación de créditos bancarios hipotecarios, y una subvención de 30.000 pesetas a fondo perdido por parte del Ministerio de la Vivienda. Y lo que faltaba corría por cuenta del propietario.
Entonces Lasa, a fin de no meterse en solitario en una nueva aventura, se rodeó de personas de garantía con las que constituyó la Asociación San Francisco Javier. Gracias a Lasa y a la asociación desde 1960 hasta 1977 se construyeron 1.200 viviendas. Los componentes de dicha asociación fueron: Antonio Arias (secretario), Julián Buñell (consiliario), Jesús Lasa, Juan Mariñas, Vidal Abeti, Juan José Labarga, Ramón Añón, Ismael Gil e Isabel Díez.
Gabriel Erdozain, de la Asociación San Francisco Javier, sólo tiene palabras de elogio hacia Lasa. “Fue una gran persona. Yo sólo puedo hablar bien de él. Un hombre trabajador, sencillo, honesto, honrado. Se le podían dejar todos los millones de pesetas a su lado que no cogería ni una”.
Cuando en 1960 la Asociación tuvo que convertirse en promotora directa, se inició la fase constructora de 1.200 viviendas esta vez de pisos en bloques. Erdozain lo explica de esta manera: “La asociación se quedó con las bajeras, e hizo que tuviese bastante dinero porque las arrendaba. Los pisos los vendía a precio de coste y con eso cubría la función social de proporcionar vivienda a la gente que había venido a Tudela a trabajar. Poco a poco se formó un patrimonio importante y ese dinero se reinvertía en construir más casas”.Los beneficiarios de las viviendas pagaban entre 60 y 100 pesetas al mes, dependiendo de los metros cuadrados. Y a pesar de que había gente con escasos recursos económicos, “nunca se desahució a nadie”.
Pero el trabajo de Lasa no tenía fin y más tarde creó el Centro de Cultura Popular y Promoción Femenina, que hoy todavía existe con el nombre de Asociación Cultural de Mujeres Lourdes. “Empezó dirigido por Natuca Mora y allí nos formamos muchas mujeres”, se explica en el vídeo.
La propia Natuca afirma “que por allí habrán pasado todas las mujeres del barrio. Por primera vez la mujer se sintió protagonista”. Lasa quiso borrar la imagen de que el papel de la mujer era estar en casa. “Este centro era un lugar para favorecer la superación de la mujer, un lugar en donde pudiera decir lo que pensaba, que le ayudase a ser más culta”, asegura Natuca.
Lasa siguió apoyando el desarrollo de la mujer y creó la Cofradía de las Verónicas, formada por féminas. “Las mujeres tenían que participar activamente en la iglesia, no sólo para limpiar los candelabros”, solía afirmar el jesuita. El primer año salieron en la procesión de Semana Santa más de 200 personas. Era la primera cofradía que salía con la cara al descubierto. Pero Lasa quería llegar a más sectores de la sociedad y creó el club de jubilados, que llamaba cariñosamente “el club de los Tenorios”.
Han pasado 66 años de la construcción de la primera casa en el Barrio de Lourdes. Seis décadas que han marcado el devenir de la ciudad y la historia de miles de personas que con sus esfuerzo y tesón han hecho más grande el nombre de esta barrio y de Tudela. Sirva este reportaje como homenaje a todas ellas.