A sus 93 años este corellano indica que en 2018 hizo dos
Mariano Pérez Grávalos, corellano de 93 años de edad, recuerda como si fuera ayer, cuando de niño observaba atentamente cómo el ‘tío Carrón’ construía con una pasmosa habilidad zambombas. “Era pastor y mi vecino. Entonces vivíamos en la calle El Rabal”, explica.
Aprendió con rapidez y pronto las confeccionó con sus propias manos. “Las hacía con una lata y luego utilizaba una piel, preferible de cabra, aunque la mayor parte eran de conejo. Cogía del campo un carrizo y con un alambre lo unía a la piel. Después colocaba unas cuerdas y por debajo se hacía el garrote para tensar la piel”, rememora. Para hacerla sonar se valía de hojas de berza.
Las zambombas de Mariano normalmente las hacía con la piel de los conejos que criaba en su casa. “Era lo que más a mano tenía, pero duraban solo un año. Las que estaban hechas con piel de cabra podían durar tres”.
Él las construía para tocarlas en casa durante la Navidad. “Entonces se veían muchas zambombas por la calle. Se tocaban durante todas las navidades y hasta el día de San Antón. Hace dos años hice dos, una para mi yerno Anselmo y otra para su hermano Javier”.
El paso del tiempo ha hecho que su presencia sea testimonial. Solo las tocan los auroros o alguna rondalla. Mariano indica que “era bonito ver cómo se hacían en casa, pero ahora no las hace nadie. Hay pocas y las que ves son compradas”.