Recibió la Orden Civil de Alfonso X el Sabio
“Ha sido una sorpresa”
Muy agradecida. Así recibió María del Carmen Forcada González la condecoración de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, en la categoría de Cruz, en un acto que tuvo lugar el pasado 20 de marzo en el Ministerio de Educación y Formación Profesional de Madrid.
El acontecimiento fue presidido por la Ministra de Educación y Formación Profesional y portavoz del Gobierno de España, Isabel Celaá Diéguez, quien en su intervención reconoció la labor a lo largo de su dilatada vida profesional que Mari Carmen Forcada había hecho por la difusión de las artes y la cultura. En especial por su contribución a la conservación y recuperación del patrimonio arquitectónico de Tudela con la donación de la Casa del Almirante y por su impulso a la cultura con la Fundación María Forcada, como ejemplo de amor por su tierra y contribución a su desarrollo cultural y educativo.
– ¿Cómo recibió la noticia?
– “Fue una sorpresa que no esperaba. Cuando recibí la noticia a través de una carta me acaloré. Llamé a un sobrino que lleva conmigo la Fundación María Forcada para contárselo y se rió, porque él ya lo sabía.
Lo recibo con sorpresa y humildad, como he hecho siempre. Y sobre todo muy agradecida. Pero me quedé aturdida porque no sé qué hecho para merecer este reconocimiento. Tengo que reconocer que me está costando asimilarlo”.
– ¿Cómo fue el acto?
– “Fuimos 17 personas las premiadas. Estábamos en fila. Vino la ministra y nos saludó a todos. Luego nos hizo subir al estrado y me ayudó porque no tengo las piernas muy bien. Fue muy bonito porque leyó un currículum de cada uno. Luego nos dio una caja con la medalla”.
– Usted acumula bastantes premios.
– “No tantos. La Cruz de Carlos III, el de Empresaria del Año en 2000 y ahora éste”.
– Lleva unos años jubilada.
– “Sí. Ahora estoy disfrutando mucho de mi jubilación, pero me acuerdo mucho de mi trabajo. Sobre todo echo muy en falta el trato con mis amigos, mis clientes y los viajes.
A veces pienso: si ahora estuviese en activo cogería el avión y me iría a Milán, París, Nueva York o Londres, que es lo que he hecho siempre, a ver cosas nuevas, estar con los ojos abiertos… Es lo que he hecho hasta los 90 años”.
– Pero aún viajará algo.
– “Poquico. Son trayectos cortos y sin coger el avión. En octubre me marché a Madrid. Por la mañana me fui un día al Museo del Prado y estaba precioso. Salí encantada y al día siguiente estuve en el Museo Thyssen donde había una colección impresionista muy bonita.
Esos viajes cortos aún los hago, lo que no puedo es marcharme a África donde ahora ha ido un sobrino mío y me habría marchado con él. A mi siempre me ha atraído ese Continente y llegué a estar durante un mes y medio en una Misión en Ruanda”.
– Toda la vida ha estado trabajando.
– “Desde los 12 años. Trabajé primero en el negocio de mi padre, y luego cuando decidí emanciparme monté mi propia empresa. Tenía 39 años”.
– Y después de 53 años con su negocio decidió jubilarse. ¿Con qué se queda de esta etapa?
– “Con el recuerdo de toda esa bonita vida que he tenido. Me acuerdo de los muchos trabajos que hemos realizado, que no sólo han sido en España, sino también en el extranjero. Fuimos dos veces a Brasil, también a Inglaterra, Francia y Alemania”.
– Y ahora a qué dedica el tiempo.
– “Me gusta mucho escribir, y además a mano. Como tengo muy buena memoria, gracias a Dios, pues recuerdo todo muy bien. Ahora estoy escribiendo memorias familiares con la idea de editar un libro para la familia. Todo eso me sirve para recordar y en cierta medida volver a revivir lo que me ha pasado durante toda mi vida.
También desde el Archivo Municipal me han pedido que escriba sobre cómo era la sociedad de mi juventud. Y yo encantada. Cuento experiencias porque a mi edad se ven las cosas con mucha serenidad”.
– Usted habla maravillas de su familia.
– “De mi familia estoy muy orgullosa. Ellos me quieren mucho y yo les quiere también”.
– Hábleme de su padre Manuel y su madre Margarita.
– “En la familia de mi madre eran nueve hermanos. Mi abuelo era el propietario del Hotel Remigio, que entonces era Fonda Remigio.
Y mi padre eran cinco hermanos. Se quedó a los 7 años huérfano de madre y a los 11 de padre. Tuvo que bregar mucho, pero era un hombre de mucho nervio y muy trabajador. Sobre todo muy buen padre. Como él había tenido falta de cariño por el fallecimiento temprano de sus padres, se volcaban con sus hijos. De vez en cuando nos preparaba sorpresas y siempre que regresaba de un viaje nos traía algún regalo.
Al igual que mi madre nos educó muy bien. Nos decía que había que portarse bien siempre con los demás, no faltar nunca al respeto a nadie. Y con esos consejos hemos salido adelante”.
– Siempre ha defendido la importancia del trabajo bien hecho.
– “Sí. Algo me habré equivocado, porque ha sido una trayectoria de muchos años. En la vida no se puede ser perfecto. Pero tengo una satisfacción muy grande: casi todos mis clientes, por no decir todos, se han quedado como amigos”.
– Tiene muchos amigos, entre ellos Rafael Moneo.
– “Sí. Es un gran amigo mío que además tiene su casa al lado de la mía. Hemos hecho grandes trabajos. Nos llamamos de vez en cuando y cuando recibimos algún premio nos felicitamos. Es un hombre muy válido y pasará a la historia por su gran profesionalidad”.
– Antes ha hecho referencia a Dios. ¿Es muy religiosa?
– “Sí. Desde siempre. A Dios lo tengo presente. Todos los días leo el Evangelio del Día y es curioso porque casi siempre te hace dirigirte hacia lo que el Señor tiene dispuesto para ti.
Unos días es ‘no hablar mal de nadie’, otros ‘escucha al que te venga a contar sus penas’, ‘sé generosa’…”
– Y de misa diaria.
– “No. Ya no puedo. Pero de siempre antes de abrir la tienda iba a misa a la iglesia de Capuchinos”.
– Es una afortunada por tener tanta fe.
– “Pues sí. La fe es dura porque todos tenemos nuestras dudas, pero yo mantengo una fe plena en el Señor, quien nunca nos va a defraudar”.
– Seguro que durante tantos años le habrán ofrecido trabajar en grandes ciudades. ¿Por qué decidió quedarse en Tudela?
– “Me han ofrecido trabajo empresas maravillosas, sobre todo hubo una muy fuerte de Madrid, pero no quise. Lo primero porque soy feliz en mi casa. Está en un edificio en el que vivimos toda la familia. Fue de mis padres y la consideramos como la casa familiar de todos.
Otra cosa importante es que cuando salgo a la calle siempre me encuentro con gente conocida. Eso en una ciudad grande no es posible. Ese trato directo con los demás siempre me ha gustado.
Estar unos días en una gran ciudad es muy agradable, pero no me gustaría vivir siempre porque me agobiaría. En los pueblos se vive muy bien”.
– ¿Cómo le gustaría que le recordase la gente de Tudela?
– “Como una persona que siempre ha estado abierta a todo el mundo, sencilla, humilde y que ha intentado hacer el bien y ayudar a la gente. Sin más. Y sobre todo como una persona que quiere mucho a Tudela, a Navarra y a España”.